viernes, 29 de junio de 2012

La tarde se va enfriando y no me gusta el cielo desaturado; la ventana está polvosa y yo no puedo evitar sentir estas profundas ganas de gritar. Un día gris, gris, gris. Una tarde triste, triste, triste.


Pero más molesto que el polvo, el frío y la incomodidad, es la lejanía de tus manos, que tus labios no están acariciándome, que tus ojos no están aquí, y que mi corazón no puede sobrevivir.